Al bellezón que me dio la vida,
que la razón le debo dar en muchas ocasiones,
muy a mi pesar, y muy a favor suyo.
A esa mujer que sin demora me rescata en mis días,
me da cobijo en forma de platos en la mesa,
y sus recetas edulcora de amor.
A esa elegancia limitada que me enseñó la clase de ser una señorita,
del saber estar, de los modales, de la buena presencia,
del olor a suavizante, de la coleta perfecta, del pantalón bien planchado.
A esa otra madre preocupada, la que ríe de camino al aeropuerto,
la que llora a la vuelta.
A esa mujer que abre su pecho y el corazón llora ante las injusticias.
La que reparte y no guarda la mejor parte para su beneficio,
la que esconde en su cajón lo mejor
para nosotras.
A ese aroma que se camufla en pashminas y cuando salgo a pasear
me hace saltar alguna que otra lágrima.
A esa mujer divertida, la que se “troncha” con mis incongruencias,
de la que heredé el paso , el ritmo
de mover las caderas, y ese don en la cocina.
La que me teje las mantas para no olvidar mi sitio,
la que se saca las entrañas y las plasma en un papel, si la ocasión lo
requiere.
A esa madre que un día 11 nació, un día 11 se casó, y un día 16 me trajo al
mundo.
*FELICES 60*, te adentras en mi década favorita. Te quiero.
Violetas que estarán lejos en ese momento especial pero que te mandan todo
el amor del mundo.