Lie with me 2005
Te has colado en mi
mente de una manera extraña y me has hecho rejuvenecer cinco años. Has
perdonado mis desastres y locuras y te has tomado un zumo de tomate conmigo.
Has subido a mi casa y yo a la tuya, y tu madre me ha dado el abrazo que nunca
me dio. Te he visto más guapo de lo normal y he vuelto a reconocer el olor en
tu ropa, y como era tumbarme sobre tu
pecho cuando tu cuerpo al de ellos se parecía. He releído mensajes del pasado,
del inicio, de la ruptura y de la “reconciliación” y de alguna manera he vuelto
a entender porqué perdí la cabeza por ti aquel marzo, aquel septiembre y aquel
31 de agosto, sin perderla ahora, claro.
Y hoy que soy más
cauta he comprendido lo que me hizo disfrutar tu cuerpo, y como lo mío fue un
instinto salvajemente animal cuando mi atracción elevada al cubo demandaba de
ti lo natural. Y esa intensidad se quedó muy perpetúa en mi piel ya que cuando
has vuelto esta noche me ha vuelto a penetrar tu esencia, ¡y es que ya lo
dijo un telépata! - “el olfato es el sentido más desarrollado y el que tiene
más memoria”, y me ha puesto a punto de una manera empírica y recordado aquella conversación que tuvimos en el andén
del metro de Callao.
Con cada minuto he
rememorado lo que era ser fiel a mí misma, y tener entre mis manos lo que
quería.
Quizás ahora que ya he
quemado esa etapa quiero volver a vivir esa segunda adolescencia, dónde la
ciencia pintaba poco, dónde la buena educación quedaba tirada en el suelo de
una estrecha habitación junto a mi ropa
y un olor a porro se apoderaba de mí mientras respiraba profundamente de
instante en instante.
Ayer hablé de sueños y
hablé de ti y un cóctel explosivo se metió en mi cabeza, y no sé cómo me
trasladó a esa Avenida de Padre Piquer y
a ese portal donde en una de nuestras primeras citas me besaste la cabeza.
23 enero 2015, 17.16
Qué pensar cuando por sorpresa lo que soñamos se presenta a
nuestro alcance, para mí nada más que la energía de los cuerpos, y compruebo
empíricamente lo planteado por aquel telépata hace unos años. Despolvando el
viejo email escrito en horas laborables, lo público un poco atónita y alegre a
la vez.
No hubo zumo de tomate, pero sí un buen Rioja al sol, y un
Gin Tonic para refrescar el calor, conversaciones encadenadas para ponernos al
día de aquellos años en tregua,como colofón final esa maravilla de patio nos dio
de cenar y la salsa ruborizó nuestros pasos de baile.
Continúo con mi filosofía que ha tomado envergadura con los
años: demos gracias a todos aquellos que
nos hicieron perder la cabeza, y no tengamos vergüenza en decírselo. Ganemos
batallas a los reproches sanando cicatrices del pasado con halagos, porque lo
más imprescindible es la intensidad de sentirnos vivos.
En mi Avenida Padre Piquer, en mi vieja habitación, mi corazón en Atocha hoy siendo día 11. Violetas castizas a media asta pero vivas.
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Que bueno que el pasado no haya pasado del todo. Recordar es vivir cuando uno lo siente como tú lo has escrito.
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